lunes, 23 de febrero de 2009

Ser un derviche

Bismillah...

El derviche es un aprendiz, alguien que está aprendiendo la profesión que le dará la vida eterna.
Esta profesión aún se imparte en ciertas "escuelas de enseñanzas elevadas." Mientras existen muchas habilidades que pueden ser aprendidas por uno mismo o de manera autónoma, las habilidades del derviche se aprenden al estar relacionado con un sheij, o un guía, y dentro de una familia espiritual o círculo sufi. Siempre habrá mucho que aprender por uno mismo, mediante los propios esfuerzos y a través del propio entendimiento. La responsabilidad final, sin duda, recae en nosotros mismos y en verdad no existe un intermediario entre nosotros y nuestro Dios. Y sin embargo, uno no puede convertirse en derviche aisladamente, así como tampoco puede alguien convertirse en amante a solas.

Algunas personas podrán dedicar toda su vida a convertirse en músicos exitosos o atletas profesionales Al hacerlo, tendrán que organizar la totalidad de sus vidas alrededor de este anhelo principal. El derviche es aquel que ha convertido la Verdad en su más preciado anhelo y está dispuesto a someter sus demás deseos y metas ante este anhelo. Es posible convertir el sufismo en un pasatiempo, en un interés más entre otros, pero eso no nos convierte en derviches. Está bien leer ampliamente y familiarizarse con una variedad de tradiciones, pero ser un sufi es mucho más que tener cierta preferencia por la lectura sufi o por la música sufi.

El precio que se requiere para ser un derviche es nuestra vida; un compromiso total de las energías de nuestra vida. Afortunadamente, en nuestra tradición esto no implica el abandono de una forma de vida socialmente útil y productiva, ni el renunciar al matrimonio y a una familia; pero sí requiere que todo aquello en lo que estemos involucrados sea observado y manejado desde la perspectiva de nuestra intención espiritual esencial. Algunos estilos de vida pueden ser inconsistentes con nuestra intención, ciertas formas de subsistencia pueden ser inapropiadas, a la luz de los requerimientos más específicos de recordar a Dios con cada respiración. Acaso descubramos que no se nos pide sacrificar todo, que el Sendero no contradice nuestra humanidad esencial. Podemos descubrir que Dios es el Amigo, un Amigo paciente, generoso y compasivo, pero gradualmente aprendemos que nosotros no debemos retener nada.

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