sábado, 24 de enero de 2009

Sobre la comprensión

Bismillah…

Veníamos siguiendo la línea que conduce al error, a la ignorancia.

Es a partir de un deseo que busca ser satisfecho, que se cae en el engaño y cuya ilusión es desarmada por la Realidad; pero el problema principal, lo peligroso es el motor del deseo: la ambición.

El proceso de comprensión surge de la equivocación, ya que hay necesidad de ella.


El fenómeno de equivocación se repite, una y otra vez, pienso cómo no volver a caer en ella, pero caigo. La necesidad de comprensión surge pues si no se cómo es el mecanismo que me conduce al error, no tengo chance de solucionarlo.
La comprensión no se da por deducción; no hay base previa.

En el caso de la deducción, se toman elementos conocidos para arribar a una conclusión desconocida.

El foco se realiza intelectualmente, para descubrir cómo se desarrollaría, tomando como base lo conocido.
Sin embargo, durante los procesos, no hay comprensión posible por razonamiento, pues no dispongo de registros previos de lo que acontece. Si se presenta un fenómeno, mi respuesta es equivocada pues parte de hábitos, se responde siempre de la misma manera; entonces el fenómeno continúa repitiéndose. No hay comprensión de lo que acontece.

Los problemas no se resuelven gradualmente; puedo comprender intelectualmente cómo pienso. Pero la verdadera comprensión es súbita, no es gradual.

No es por razones, es inmediata. Es por conexión.

¿Cómo se combate cuando no puedo comprender?

Aceptando que soy ignorante.

Esa posibilidad es difícil, ya que la mayoría no desea ser ignorante, y además se ambiciona. Pero por propia voluntad intelectual no se puede dejar de ser ignorante. El querer comprender algo intelectualmente lleva a la distracción, y al error.
Hay que aguardar, pues hay falta de conexión súbita, no se dan las circunstancias… Pero no aceptar todo esto impide ver la Realidad.

Lo peor que puede suceder es vivir en ilusión; pues el tejedor de ilusiones, el encantador de serpientes es shaytan.

Hay necesidad de estar en Realidad. Ambicionar la comprensión, para satisfacer deseos, sólo lleva al fracaso.

La comprensión no es acumulativa, no es paulatina, pues cada día se especula más de lo que en realidad sucede.

Puede comprenderse aproximadamente a través del pensamiento, pero no sirve, genera dudas y ambición.

La comprensión es súbita y total, nunca parcial…

Cada deseo tiene una fuerza generadora de ambición. Esto complica, ya que la comprensión es súbita y total, nunca parcial… Es como la Realidad, total, Es o no Es.

Cuando calentamos agua, a noventa grados todavía es agua. No se puede decir que a esa temperatura sea menos agua. Todavía es agua; caliente, pero la misma agua. Pero al llegar a los cien grados, de repente hay un salto.

El agua se evapora. Es un salto cuántico, discontinuo.

Es un momento casi intemporal. No necesita un tiempo, es repentino. Puede venir en cualquier momento. Es indivisible, se comprende o no.

La preparación para la comprensión es gradual, ya que hay que estar listos para el flash de comprensión.

Sólo se acepta lo que a uno le gusta, y el no aceptar las cosas, no permite la comprensión. De allí la graduación de la comprensión; los procesos intermedios que deben ser adoptados son para poder acceder a la comprensión súbita.
Se necesita trabajar la rebeldía; esto es, el rechazo de todo lo que no quiero. Con quien hay que ser rebelde es con el ego.

La preparación para la comprensión es gradual, y el suceso de comprensión es repentino. Poco a poco, hay un darse cuenta del autoengaño en el que uno esta inmerso, de la rebeldía, etc. Si uno no recorre los procesos graduales, no hay comprensión, y si uno no está listo para ese momento súbito, aún se encuentra uno en el autoengaño.

La Realidad Es, está. Si no se la desea ver, golpea con dolor.

La comprensión se asemeja a entrar en un cuarto oscuro, que de repente hay luz.

¿Quién enciende la luz? Allah. Es Su Regalo.

El Regala comprensión y uno sigue autoengañándose… allí es cuando uno es el que vuelve a apagar la luz.

La comprensión implica una respuesta, es adaptarse. Y aceptación.

Lo que normalmente denominamos como “calambre anímico” en modo de broma, que puede ser un enojo, una traba, depresión, tristeza, capricho, y todo aquello que sea una reacción a lo que sucede, parte de la base de querer comprender lo que no se puede comprender.

No hay un registro previo para saber por qué uno está como está. Uno es como un ciego cruzando la calle.

Querer comprender es un acto de arrogancia.
Allah es Quien cambia la configuración de tu vida, y uno quiere comprender. Uno no puede ser Dios para entender lo que Él Hizo. Hay que aceptarlo rápido, aceptar lo que pasa.

Hay que aceptar la miseria, pues existe, uno esta parado en ella. ¿Por qué negarla?

Cuando hay comprensión súbita, la respuesta es actuar.

Intelectualmente sólo se comprende sobre lo que hay registro. Y lo único que puede hacer un guía es darle buen trato, rascarle la cabeza, y fuerzas para seguir aceptando lo que Allah Quiere. Ayudarle a cruzar la calle.

¿Quién tiene el poder para que deje de ser lo que soy? Allah.

Se llega entrenando. Los procesos graduales que se atraviesan para arribar a la comprensión son entrenamientos para ver deseos: cómo funcionan las ambiciones, cuánta fuerza se tiene para resistirse, aunque no se gane, qué cosas generan, hacia dónde me conducen.

Uno comienza a situar las cosas… hay mesas, sillas… tazas, gente, barra… ¡es un bar! Allí hay comprensión súbita.

El problema es cuando uno se empaca en el deseo. En lugar de un bar, yo deseaba que fuera una iglesia.
La fortaleza radica en aceptar no tener comprensión y sufrir lo que se sufre sin saber. Sólo es cuestión de “apretar los dientes”.

Allah dice “Era un tesoro oculto y quise ser conocido; por eso creé la creación.” (Hadith Qudsi)

Todo da cuenta de Él. Cada uno bebe del tamaño de la copa que le han dado.

La persona que desea comprender y no puede es arrogante. El que no cuida es Allah.

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